¿Cuándo hay que acudir al nefrólogo?

En general, es necesario solicitar la atención de este profesional cuando se manifiestan los siguientes síntomas:

  • Fatiga o cansancio excesivo.
  • Sangre en la orina (hematuria).
  • Cambios en la densidad o color de la orina.
  • Retención de líquido.
  • Disminución de peso.
  • Disminución del apetito.
  • Dolor en la espalda, los costados o la ingle.
  • Disminución del volumen de orina.
  • Hinchazón en los miembros inferiores.
  • Orinar a menudo.
  • Sensación de no terminar de orinar.
  • Dolor o ardor al orinar.
  • Orina turbia o con mal olor.
  • Expulsión de cristales a través de la orina.
  • Espuma en la orina (proteinuria o pérdida de proteínas en la orina).

Causas más frecuentes de derivación al nefrólogo

Se puede derivar una consulta con el nefrólogo ante la sospecha de enfermedades o situaciones que comprometen la salud del riñón. A continuación, las más relevantes.

  • Insuficiencia renal aguda (pérdida súbita de la función renal) o crónica (pérdida progresiva y de larga data de la función renal).
  • Nefropatía diabética (daño producido por la diabetes).
  • Infección del tracto urinario alta (pielonefritis) o baja. Especialmente si son recurrentes.
  • Nefropatía hipertensiva (daño producido debido a tensión arterial elevada).
  • Desequilibrio hidroelectrolítico.
  • Litiasis renal (presencia de cálculos).
  • Trastornos de los vasos sanguíneos renales.
  • Enfermedad poliquística renal u otras enfermedades genéticas.
  • Presencia de trastornos autoinmunes.
  • Uso de drogas o toxinas.
  • Paciente con criterios de diálisis o paciente en diálisis.
  • Presencia de tumores renales.
  • Historial de enfermedad renal familiar.